Un antes y después de las Casas Colgadas y de los colgados por Cuenca

Las casas Colgadas son un referente de la ciudad de Cuenca, es la sede del Museo Español de Arte Abstracto que ahora cumple 50 años y cuya inauguración en los años 60 del pasado siglo convirtió a las Casas Carmen Bachiller en uno de los iconos de la ciudad.

Aunque la historia que nos interesa, es decir, la de la escalada deportiva, no comienza a escribirse hasta el año 89. En esa época, los muros que quedan a mano a los madrileños y toledanos, y que les han servido para saciar sus ansias de desarrollo en los 80, están dando sus últimos frutos: Patones, Alcores, Castillo de Bayuela… ya no dan más de sí, y los escaladores más activos ven con preocupación su futuro. La existencia de mucha roca por escalar en la provincia de Cuenca es de sobra conocida, pero falta quien le ponga el cascabel al gato y se decida a iniciar los equipamientos.

Es en este contexto cuando Carlos Ruiz ‘Snoopy’, uno de los pedriceros que se pasó a Patones y que dejó sus dedos en los cortos y duros desplomes de esta escuela, convenció a Marcos García Paz ‘Ferre’ para ir a Cuenca, echar la cuerda y ver qué sale. Simbolizando dos generaciones, ambos trazan la primera vía, Historia impepinable, nada menos que 7c, en lo que más tarde se conocerá como Colmenas. La cosa está clara, si la primera ya ha salido 7c, es que aquí la escalada no va a estar regalada. Poco a poco, éstos y otros escaladores, casi siempre de la zona centro, van añadiendo más frutas en la cesta, de forma que se hizo posible combinar escalar y equipar el mismo fin de semana.

A primeros de los noventa se publican las primeras noticias y artículos en Desnivel, y la escuela ya se sitúa como principal foco de atención de la escalada de la zona centro. Caen los 8b y 8c, vienen los veteranos y los jóvenes, surgen locales de la ciudad con ganas de escalar y equipar, se abren nuevas líneas en las dos hoces principales y más tarde en Valdecabras, y los visitantes acuden cada vez en mayor número, dejando algunas buenas rutas y numerosos encadenamientos, algunos incluso históricos y de relevancia mundial.

Cincuenta años de Museo y las actuales casas Colgadas y 27 años de la primera vía de escalada deportiva.

Historia de las Casas Colgadas de Cuenca

De origen tobelio y musulmán, Cuenca, fue emplazada estratégicamente en el espolón formado por un cogollo de piedras calizas cretácicas, encasillada en la cima de un excepcional reducto natural. En aquel inigualable lugar donde está asentada, arranca la típica fisonomía urbana conquense con sus altas casas colgadas de los peñascos y sus estrechas y tortuosas calles, originando un bello y espectacular paisaje, verdadero capricho de la madre naturaleza, adornado por fantasmagóricas y caprichosas piedras, simulando legendarios monstruos de otros mundos.

La estructura del terreno rocoso y desigual obligó a una construcción atrevida e irregular en los edificios que tiene Cuenca en las Hoces, aunque de manera especial a la del Huécar. Apoyaban las casas y esto ofrecía un conjunto muy original, pintoresco e insólito desde los primeros “rascacielos” del Barrio de San Martín, pues hay casas con salientes irregulares que dan una idea de la originalidad de la construcción de aquella época ancestral de los primitivos conquenses tobélicos y musulmanes.

Desde el citado barrio hasta la “Peña Corba” ubicada sobre el Puente de San Martín, en el río Huécar, existieron infinidad de “casas voladas” (así llamadas en principio) que coronaban todas las riscas o prominencias rocosas, con originales y bellos balcones de madera, los cuales estaban “volados” en el vacío. Era una simbiosis de roca y morada, en donde se apreciaba una verdadera muralla de edificios, más propios de historia de ficción, simulando sus construcciones “altas cañas” con ventanas, en donde se premiaba la verticalidad y el desafío a las leyes de la gravedad.

El hacinamiento de casas en la parte alta de Cuenca asentadas sobre aquellas prominencias rocosas que se levantaban hacia el infinito como altos “rascacielos” y fachadas con sorprendentes miradores, eran consecuencia de la necesidad de buscar un espacio donde morar, ya que el poco terreno que la ciudad disponía no era sufuciente para construir edificios que daban a la Hoz del Huécar ofrecían sus balcones salientes con el fin de ganar espacios “volados” y de ahí las “Casas Voladas”, denominadas en pincipio.

Hasta nuestros días han sobrevivido las famosas y legendarias “Casas del Rey”, a las cuales nosotros llamamos CASAS COLGADAS. Solo hay tres reconstruidas en diversas etapas del siglo actual, en donde se albergan el Museo de Arte Abstracto y un típico y famoso mesón. El resto de aquel buen número de “casas voladas” fueron pasto del tiempo y de la penuria de los hombres por permitir su derrumbamiento.

La historia nos confirma que las actuales Casas Colgadas fueron desde sus inicios, la residencia de verano del Arráez encargado de regir y gobernar la ciudad de Cuenca en la época de dominio musulmán. Este venía a ser un caudillo o jefe árabe que regia la ciudad, habiendo elegido aquel lugar por tratarse del más pintoresco y el más protegido de todos.

Una vez tomada la ciudad de Cuenca por el rey Alfonso VIII, éste fijó su residencia poco después en ella, en donde estuvo la Corte de Castilla a lo largo de diez años. Igualmente, tomo las Casas Colgadas como palacio de verano, pues en aquella época las temperaturas en el estío solían ser muy altas, aparte de haber sido elegidas por Leonor de Lancáster, esposa del rey, ya que le agradaba contemplar desde sus balcones aquella panorámica inigualable.

Fuente: www.mitosyleyendas.es.tl