Esta nueva edición de la guía coincide exactamente con el 30º cumpleaños de la creación de la escuela.
Hace tres décadas, los entusiastas equipadores que trazaron las primeras vías en el sector Colmenas auguraron que aquellas paredes calcáreas se convertirían en una de las mejores zonas de Europa. El tiempo les ha acabado dando la razón: por cantidad, variedad y calidad, las hoces de Cuenca son hoy día un verdadero paraíso de la escalada.
¿Algo de historia?
Aunque en décadas anteriores se realizaron esporádicas incursiones en los muros que rodean la ciudad de Cuenca, la historia que nos interesa, es decir, la de la escalada deportiva, no comienza a escribirse hasta el año 89.
En esa época, los muros que quedan a mano a los madrileños y toledanos, y que les han servido para saciar sus ansias de desarrollo en los 80, están dando sus últimos frutos: Patones, Alcores, Castillo de Bayuela… ya no dan más de sí, y los escaladores más activos ven con preocupación su futuro.
La existencia de mucha roca por escalar en la provincia de Cuenca es de sobra conocida, pero falta quien le ponga el cascabel al gato y se decida a iniciar los equipamientos.
Es en este contexto cuando Carlos Ruiz Snoopy, uno de los pedriceros que se pasó a Patones y que dejó sus dedos en los cortos y duros desplomes de esta escuela, convenció a Marcos García Paz Ferre para ir a Cuenca, echar la cuerda y ver qué sale. Simbolizando dos generaciones, ambos trazan la primera vía, Historia impepinable, nada menos que 7c, en lo que más tarde se conocerá como sector Colmenas.
La cosa está clara, si la primera ya ha salido 7c, es que aquí la escalada no va a estar regalada. Poco a poco, éstos y otros escaladores, casi siempre de la zona centro, van añadiendo más frutas en la cesta, de forma que se hizo posible combinar escalar y equipar el mismo fin de semana.
A primeros de los noventa se publican las primeras noticias y artículos en la revista Desnivel, y la escuela ya se sitúa como principal foco de atención de la escalada de la zona centro. Caen los 8b y 8c, vienen los veteranos y los jóvenes, surgen locales de la ciudad con ganas de escalar y equipar, se abren nuevas líneas en las dos hoces principales (Júcar y Huécar) y más tarde en Valdecabras, y los visitantes acuden cada vez en mayor número, dejando algunas buenas rutas y numerosos encadenamientos, algunos incluso históricos y de relevancia mundial.
Así, grano a grano, vía a vía, las hoces de Cuenca son hoy día un verdadero paraíso de la escalada.